Aida +Victor | Boda entre Castaños

Ese momento…

Existe la teoría de que todos nosotros tenemos un pilotito que se enciende cuando nos encontramos con “la persona” que tenemos predestinada y que si miras desde el aire puedes ver cómo esos pilotos cruzan sus caminos, vienen y van, hasta que un día se encuentran y se encienden. A mi realmente me encanta imaginar ese movimiento de luces que vienen y van. Sobre todo, pienso en ese día en el que de pronto lo encuentras, se conecta, se enciende. Un día que empieza de manera normal y acaba convirtiéndose en “en el primer día” del resto de tu vida.

Y supongo que eso debieron sentir ellos. Nos conocimos y  se conocieron en uno de tantos cursos a los que asistimos los fotógrafos para mejorar nuestra técnica. Allí estábamos sentados con 50 personas más; y allí estaban ellos, también, sin saberlo, sin tener idea de que ese iba a ser “el día”, sin saber que esa cara, por el momento desconocida, iba a convertirse en la cara que verían cada mañana al despertar. Ese momento… qué mágico, ¿verdad?

Su historia está llena de “primeras veces”, es de esas historias que se escriben con letra grande y tinta permanente. De esas historias que desde el principio se sabe que ya estaban escritas. Una de las cosas más bonitas que viví en esos días fue ver la felicidad tan grande que contagiaban a sus familias. La satisfacción tan grande que ha de sentir un padre al ver que su hij@ se casa con la persona de la que está completamente enamorad@

El día que Aida me llamó para pedirme que fuera la fotógrafa de su boda di un salto de la silla, yo que sin saberlo, había sido testigo de sus primeros momentos, dos años después iba a ser testigo de esa apuesta en común. Y sí, la ilusión que hace es indescriptible.

Ellos también son fotógrafos de boda, compañeros de profesión. Aida de Barcelona y Víctor de Sevilla, donde residen actualmente y donde trabajan bajo la marca de Aida&Víctor.

Una de las cosas que primero me vino a la cabeza fue “¿cómo vivirá un fotógrafo de bodas su propia boda?”. Hay muchas cosas que te prometes a ti mismo, cosas tontas como “yo en mi boda no me voy a poner nerviosa” o “yo en mi boda no voy a estar pendiente de los detalles”, cosas que también se había prometido Aida a ella misma, cosas que al final, por mucho que pienses que puedes tener  todo controlado, o por el hecho de haber asistido a muchas bodas, son totalmente inevitables.

La boda duró dos días, aunque yo solo voy a contar con imágenes uno de ellos. Como Víctor es un devoto de la Virgen de La Macarena decidieron hacer el primer día una ceremonia religiosa, en Sevilla, con su Virgen. Al terminar la ceremonia nos fuimos a un pueblecito de Huelva, donde tendría lugar el segundo día de boda. Esa noche fue estupenda, con sus amigos más íntimos y familiares, con guitarra y voz…

Al día siguiente comenzamos los preparativos del lugar donde iba a ser la ceremonia. Un campo de castaños, un lugar idílico. Todo fue hecho a mano, por ellos, sus familiares y sus amigos, lo que hacía que aún cobrara mucho más valor.

La ceremonia fue dirigida por otro de nuestros compañeros de profesión, todo un showman, Chusico Espeleta quien se preparó un Padre Nuestro del fotógrafo de lo más ocurrente. El resto de la boda tuvo lugar en una finca privada muy cerquita de el lugar de la ceremonia.

La boda fue increíble, sin más.

Aida, Víctor, ustedes ya saben que son parte de mi inspiración, que no me pueden haber regalado nada más bonito que el poder ver, plasmar y disfrutar de su amor. Que creo, y si creo es por ustedes. ¡Estaré eternamente agradecida!

Share this story